Rose


"Efluvio oloroso". Emanando aroma que despierta viejos recuerdos del alma, y de repente todo es nuevo.

Rosa, el recorrido de tu camino se inicia en las múltiples espinas, los obstáculos y las heridas. El reconocimiento del dolor, y el conocimiento sobre sus causas.
Más tarde se alcanzan los pétalos, cuyo tacto es el hogar y sus propiedades curativas, rojo es el color de la sangre absorbida. Pero la formación petaloide en espiral indica que el camino se reconvierte en un laberinto. Vencer la desorientación, perderse y encontrarse, persistir y seguir la intensidad del perfume del mismo modo que se indica con un: "frío" o "caliente", a quien se le da pistas en busca de algo escondido.



Así, hasta alcanzar el núcleo, el nectario, la fuente, su esencia, y recuperar el sentido de las cosas.

Recoger el polen y hacer miel.



Alsacia, Francia. Disney. La prohibición del ala oeste en el castillo de la bestia. Un recipiente cupular de cristal guarece la rosa encantada, deshojándose. "La rosa se mantendría fresca hasta a la edad de los 21, si era capaz de aprender a amar a una mujer y a cambio ganarse su amor antes de que cayera el último pétalo, entonces, se desharía el hechizo". Una promesa de amor revestida de maldición.


Dejarse amar es tenerse amor, y tener amor es poder amar. Un aroma olvidado y el retorno de una sensación. Bellas y bestias en el interior. 


Y Sant Jordi afrontó, en nombre de la princesa y su pureza se puso frente al dragón. Noble, valiente y capaz, ancló su lanza en el vientre de la bestia, y del reguero de sangre acuoso y bermejo brotaron rosas. Encontrando luz tras la oscuridad.
La bestia, una bella corrompida en la fealdad del miedo hecho ira, que debe morir para renacer vuelta en lo que era, para volverse a reencontrar en el calor de su esencia.



El principito comprendía el camino de la rosa: "caminando en linea recta uno no puede llegar muy lejos" pero en ese mismo camino, sumido en el laberinto, olvidó quien era y lo que aprendió. El planeta que gobernaba era habitado por su rosa amada. Tras recobrar la memoria, regresó. Al volver, se dirigió hacia la rosa y en el acto de alcanzar a tocarla, la misma, marchita, se esfumó espolvoreada  por el aire de paso. Una comprensión en si volvió: "solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos". Es entonces cuando supo con certeza que mientras la mantuviera en su corazón ella viviría siempre, y en ese mismo instante, en el cielo del espacio, etérea y espirituosa se dibujo. Silenciosamente decía: Siempre estaré. Adiós.



Rosa Interestelar.



Rosa, ¿Que guardas en ti?



El nacimiento, crecimiento, marchitamiento y la transformación. Movidos por el compás natural, la danza de la vida y el baile del corazón, sin más sentido que el sentimiento provocado por una intuición: regresar a casa.



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