Y alguien alcanza el reposo...
Cuando se llega a un determinado punto de satisfacción plena, momento que todo lo abarca, acaso haber encontrado la persona amada, que nos reconecta profundamente con la vida, o el logro de un sueño que siempre fue tan valiente como ingenuo, tan sentido e ideado, casi ilusorio, y que finalmente se encarna en la realidad, y se echa la vista atrás para ver como se han desarrollado los acontecimientos que nos han hecho quienes somos, habiéndonos permitido llegar hasta aquí, incluso el dolor más intenso y la injusticia más flagrante toman sentido.
Como si las incisiones más importantes e influyentes, previas a la llegada, hubieran estado medidas y calculadas al milímetro para conducirnos hasta nuestra particular Meca.
Es en ese instante cuando se crea la oportunidad para ver que todo es perfecto, incluyendo la injusticia y el defecto.
Por que la injusticia y el defecto tal vez sean las condiciones perfectas si este diseño, llamado vida humana, no es más que una prueba que tal vez un día decidimos afrontar, superar.
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