"Mare Nostrum"


Envuelta de azul marino, por el amasamiento de agua salada, la ostra descansa en el fondo mediterráneo.
Esperando a que la red de un barco pesquero la recoja,
o, tal vez, una mano femenina...


En la cabida de esa espera, la ostra se abre para desplazarse, poniendo un pie que la impulsa y, flotando a intervalos en la gravedad submarina, va en busca de plancton del que alimentarse.

Sucede a veces que, en esa rutinaria vida oceánica, por esa rendija abierta se cuela un cuerpo extraño en el interior de la concha, haciendo herida en la tierna y delicada carnosidad del animal.

Con su pequeño corazón, de tres cámaras, bombea sangre descolorida y el oxígeno acuático es respirado con los tiempos del dolor que late. Irritada.

Y ella mismo, lentamente, con nácar, empieza a cubrir y recubrir esa bala mineral que la ha dañado.

Desde ese instante, aun son 10 los años que quedan hasta que surja y se defina una perla realizada, hecha y derecha.



Lentamente, a fuego lento.


... 12 años después de la llegada de ese cuerpo extraño, sobre sí, algo abre las aguas y la alcanza.
Y piensa: - Si el tacto de su cuello es como el de sus manos, he encontrado mi nuevo hogar.

La mano femenina de una mujer con una mirada que no se escondía de si misma, ni escondía nada.

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